Muchos clientes y amigos me han preguntado porqué Librería de Gerardo ya no va a la Feria del Libro de Tijuana. La respuesta no es fácil, pero considero importante que la comunidad conozca la situación y los hechos en detalle.
Hace unos días fui al CECUT y me topé con su directora, la doctora Vianka Santana, quien me preguntó respecto a nuestra participación en la feria. Le respondí con otra pregunta relacionada a las condiciones de participación, y me explicó:
“Los libreros de la Unión de Librerías de Tijuana me traen entre la espada y la pared. No quieren que otras librerías que participan en la feria, vendan los sellos editoriales que ellos ‘representan’. Por otro lado, las grandes editoriales me dicen que no tienen ningún compromiso con nadie en Tijuana. ¿Y por qué tú no participas trayendo libros que no pertenezcan a los sellos editoriales que ellos venden?”
Para entender la situación es necesario saber que la Feria del Libro de Tijuana nace de la iniciativa privada de la Unión de Librerías de Tijuana —no es producto de las instituciones culturales—, entonces, ¿sigue siendo la Feria del Libro de Tijuana de la Unión de Librerías de Tijuana, si depende de los apoyos públicos?
La Unión de Librerías de Tijuana argumenta que con base a su iniciativa de fundadores, tiene el derecho a determinar las condiciones de mercado en la feria, y hasta cierto punto hay razón. Pero no consideran que al coadyuvar con las instituciones públicas, particularmente en este sexenio anti neoliberal, para el gobierno, y particularmente para el CECUT, es necesaria la separación de la iniciativa privada de la iniciativa pública, además de “poner orden en el caos”.
El amiguismo y el cabildeo.
A lo largo de los años, la Unión de Librerías en alianza con las grandes editoriales y apoyada por los institutos de cultura de la ciudad, ha logrado consolidar un monopolio. Hasta aquí, el lector dirá, “Pero si se trata ¡de un ícono de la ciudad! ¿cómo crees que se van a sostener? ¡estás levantando falsos!” No son acusaciones a la ligera, Librería de Gerardo no fue “fundadora”, pero fue miembro de este gremio por más de dos décadas.
Desde de los 90s, la Feria del Libro de Tijuana opera bajo una política neoliberal, es decir se convirtió en un ente sostenido por el maridaje del sector privado con el sector público, gracias a la administración de Leobardo Sarabia en el IMAC, gran amigo del Sr. Alfonso López Camacho, fundador de la Unión de Librerías de Tijuana, patriarca de la librería El Día.
¿Por qué sucedió esto? Los libreros no tienen el capital, ni la visión para producir la feria más allá de poner puestos. Es decir, el aparato de presentaciones literarias, programas artísticos, publicidad, señalización, programas de mano, autores académicos, premiados y becarios, son contribución institucional y de otras empresas.
Paralelamente, la tendencia neoliberal de la FLT, terminó creando una situación en que las grandes editoriales se negaron a pagar los vuelos de sus propios autores, y los institutos públicos asumieron la carga. Al grado de que hoy si no pagan vuelos y hospedajes, las grandes editoriales no envían escritores. Es decir, en la Feria del Libro de Tijuana, las editoriales, no solo venden con exclusividad a través de la Unión de Libreros de Tijuana, sino que le pasan la cuenta al erario de la ciudad.
Antecedentes “incestuosos”.
Gracias al Foro Cultural Ciudadano (FOCUC) organizado en 2005 en el CECUT, por iniciativa del Sr. López Camacho de la Librería El Día, Leobardo Sarabia se pudo volver a catapultar políticamente al igual que Vianka Santana, ambos miembros del FOCUC. No obstante, la carrera de Sarabia se opacó cuando fue descubierto en 2014, cobrando como “asesor” de una dependencia policial. Al parecer, ahora trabaja como editor del priísta (gatopardista) Jaime Martínez Veloz.
La carrera de Vianka Santana despegó pasando por el CEART, hasta convertirse en la directora del CECUT. Hay que detallar que Santana rentaba un local para su cafetería en el edificio propiedad del Sr. López Camacho, en la zona Río, a un lado de la librería El Día.
De paso cabe mencionar que el periodista, Jaime Cháidez Bonilla, coordinador del suplemento cultural “Identidades” de El Mexicano, y locutor del radio programa “Fusión” (IMER), y ahora subdirector de Comunicación, Documentación y Memoria del CECUT, también fue miembro del FOCUC y es amigo cercano del Sr. López Camacho.
Con este panorama, el lector podrá comprender porqué la directora del CECUT, Vianka Santana, ahora se encuentra contra “la espada y la pared”.
¿Los libreros son corruptos? ¿cuál es el problema?
El lector se preguntará, ¿por qué no lo dijiste antes? Sencillo, mi padre no se había retirado, era su negocio. Desde que se retiró en 2018, no solo asumí su carga de trabajo y responsabilidades, sino que transformé de adentro hacia afuera toda la empresa.
Ese mismo año en la FLT, protesté escribiendo públicamente sobre el tema, y Pedro Ochoa Palacio me mandó aparentemente “callar” a través del presidente de la unión, Vladimir López. Además, otros miembros de la unión, sin evidencia alguna, me culparon de haber “bajado las ventas” debido a mi protesta.
Esta situación exacerbada por el conservadurismo y cerrazón de los miembros de la unión, provocó el conato por el que finalmente Librería de Gerardo abandonó la Unión de Librerías de Tijuana. Ahora, Librería de Gerardo se rige por una política opuesta al neoliberalismo, y es netamente independiente.
Neoliberalismo cultural.
La Unión de Librerías de Tijuana no acepta que el neoliberalismo es fatal para el sector empresarial, fomenta la simulación y el monopolio —el cáncer del mercado libre—. El monopolio acaba la competencia. Sin competencia no hay innovación. Acaso, ¿no se refleja esta condición en la FLT? Además, en teoría, ¿de qué sirve una zona libre sin mercado libre?
Debo aclarar que “mercado libre” no signica que “todo se vale”. No. Para mantener la identidad corporativa de la FLT, es fundamental limitar los giros comerciales en proporciones, porcentajes, y concepto.
Por lo general, lo que se presenta en las carpas blancas del CECUT termina diluido. Así sea la Feria de la artesanía o la Feria del libro, terminan en kermesse. No hay conceptos distintos entre la producción de eventos diversos.
Las ferias de libros son ambientes “intelectuales”, lo que no significa “aburrido”, requieren de nuestra concentración, no dispersión. ¿Cómo hacer que los elementos de la FLT hagan sinergia? ¿Habrá personal capacitado para el diseño y producción de un nuevo concepto?
Si la Unión de Librerías de Tijuana quiere determinar el mercado dentro de la FLT, debería asumir su vocación privada —y producir la feria en su totalidad—. Pero no están dispuestos a invertir, porque en el fondo saben que al coadyuvar la feria con las instituciones públicas —la fiesta les sale gratis—. Paradójicamente, al recibir inversión pública, la FLT ha dejado de ser una empresa privada, ¿y quién de los libreros va a invertir en una empresa que no puede controlar, ni capitalizar? En su afán inquisitivo, lo único que les queda a los miembros de la Unión de Librerías de Tijuana es cabildear, presionar, prohibir, y más proteccionismo, es decir —viven en el temor a la competencia—, ¿por qué?
Aunque los miembros de la Unión de Librerías de Tijuana se den ínfulas de “buenas intenciones” y baños de “tijuanidad y cultura”, he constatado que no ven más allá de sus intereses, además de que la mayoría carece de formación de lectores. De lo que menos se habla en las reuniones mensuales de la unión en la CANACO, es sobre libros. Esto se refleja en la carencia de concepto de la Feria del Libro.
Hacer una kermesse en vez de una feria de libro es la tendencia heredada de la administración de Ochoa Palacio (CECUT 2013-2018), al grado de que en la FLT edición 2018, la última que participé, el volumen de la música era tan alto que ni siquiera podíamos hablar y escuchar a los clientes. No hubo publicidad, ni señalamiento en las carpas. Los fines de semana la feria se convirtió en bacanal por influencia de otros empresarios que Ochoa sumó a la feria, particularmente, la familia gastronómica de los Plascencia.
En 2019, visité la FLT y me dió la impresión de errancia y agotamiento. Los mismos libreros habían caído en tal complacencia que ni sus puestos actualizaron. La feria se les escapó de las manos por aferrarse a un modelo tan repetitivo y básico, que los mismos lectores piden a gritos “¡Que vengan las grandes editoriales!”
Si queremos transformación en la FLT, edición 2020, no se puede tolerar que la Unión de Librerías de Tijuana imponga sus condiciones de monopolio dentro de la FLT. Si va a depender de fondos públicos y a utilizar el espacio público del CECUT, es obvio que debe renunciar a sus privilegios y prácticas monopolistas. Debe reconocer que ya tiene sufiente ventaja con el financiamiento de las grandes editoriales en forma de mercancía en consignación, es decir —crédito con devolución—, y la exclusividad en la venta de los libros de autores visitantes.
Además, la renta que el CECUT cobra a los miembros de la Unión de Librerías de Tijuana es una fracción del precio que pagan los No agremiados. Eso ya es una ventaja que destruye de entrada la competencia limpia.
Las intituciones que organizan la Feria del Libro de Tijuana, como es CECUT e IMAC (el ICBC quedó fuera durante la administración de César Hank), deberían dejarse de ambigüedades y aceptar que el modelo neoliberal, así sea “cultural”, es una lacra. No es cuestión partidaria que su obligación política sea “dar orden al caos”.
La directora del CECUT, Vianka Santana, como representante directa del gobierno federal debería demostrar voluntad política, no solo en la separación de lo público y lo privado, sino que en condiciones de “zona libre”, decantarse abiertamente por el apoyo al mercado libre entre librerías locales. Es lo justo y lógico.
Esto me lleva a la pregunta original que me hizo la doctora Santana, “¿Y por qué Librería de Gerardo no participa trayendo libros que no pertenezcan a los sellos editoriales que ellos venden?” —Le respondo ahora: ¿Por qué voy a cambiar mi selección? Si no voy a vender mi selección, ¿qué motivación tengo para participar? A mí me gusta ganar, no perder. Sería una estupidez de mi parte entrar a un mercado monopolizado, siendo uno de los motivos por los cuales abandoné la Unión de Librerías de Tijuana.
Librería de Gerardo desea apoyar a la FLT, pero no estoy dispuesto a solapar amiguismos, ni corruptelas, ni injusticias. En mi opinión, la solución salomónica y provisional, debería ser el dejar participar a las librerías independientes y pequeñas de la ciudad con su propia selección, y con pago de piso igualitario —como prueba—, y sancionar lo que distorsione el mercado del libre: la piratería, las prácticas del dumping, y el monopolio, y anto todo el neoliberalismo: el financiamiento público para fines privados y enjuagado de “tijuanidad, libros y cultura”.